Rotura Fibrilar

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¿Qué es la Rotura Fibrilar o Rotura Muscular?

Las roturas de fibras o roturas musculares  son las lesiones más frecuentes durante la práctica deportiva. Si bien no son lesiones graves que requieran  una cirugía, para el deportista son un gran impedimento por su frecuencia a repetirse durante la práctica deportiva, sobre todo si no se les da la suficiente atención. Esta lesiones son lo que su propio nombre indica: roturas mas o menos grandes de tejido muscular, un tejido muy rico en sangre, lo que conlleva un hematoma asociado. Esta hematoma puede ser visible o no en la piel en función de la profundidad de la rotura. En el mismo momento en que se produce la rotura comienzan los mecanismos de reparación del músculo, los cuales a diferencia de otros tejidos conectivos, no conlleva por desgracia la creación de nuevas células musculares iguales a las anteriores.

Las tres localizaciones mas frecuente de las roturas musculares y su deporte típico asociado son:

– Rotura de Gemelo y Sóleo:

La rotura de gemelo es típica en deportes de cambios de dirección bruscos y continuos como el tenis y el pádel mientras que el soleo se lesiona mas frecuentemente en corredores de media distancia, especialmente en corredores de Cross o Trail. Los pacientes con un pie cavo, fascitis plantar y síndrome de gemelo corto son mas propensos a sufrir estas roturas.

– Rotura de Adductor Largo:

Esta rotura es típica en pacientes con una musculatura del muslo potente, muy típica en futbolistas que reciben fuerzas de abducción continua al controlar el balón y a las que se tienen que oponer utilizando este músculo. También es típica esta rotura en pacientes que han sufrido osteopatías del pubis, la cual puede mejorar paradójicamente tras esta rotura. La rotura del cuádriceps anterior también es muy típica en futbolistas por mecanismos de chute de balón.

– Rotura de Isquiotibiales:

Es la lesión mas frecuente en velocistas (100 y 200 metros), así como en vallas y en deportes de arrancada. Se puede afectar cualquier músculo pero es mas frecuente la rotura del bíceps femoral (parte externa) y del semimembranoso en la parte interna.

Todos estos músculos, a excepción del soleos, tienen en común que cruzan dos articulaciones (son biarticulares), además se localización en el miembro inferior dónde las fuerzas son mayores al actuar el peso corporal y participan en mecanismos tanto cíclicos (gemelo y soleo), como explosivos (isquios).

Los que habéis sufrido una rotura muscular, sabéis que la sensación es la misma que al recibir un golpe, de ahí que se denomine muchas veces singo de la pedrada. La historia típica de dolor brusco (tirón) seguido de impotencia para continuar con el ejercicio reduce el diagnóstico a dos lesiones casi exclusivamente:

– Rotura muscular.

– Rotura tendinosa (mucho mas grave).

Es importante distinguir ambas lesiones ya que el pronóstico y el tratamiento es totalmente distinto. De hecho es relativamente frecuente pasar por alto una rotura aguda de tendón de aquiles al confundirla con una rotura muscular. Todos los especialistas hemos visto algún caso así, incluso de paciente que acudieron a un servicio de urgencias dónde la rotura paso desaparecida inicialmente, una rotura que requiere una cirugía de manera precoz casi siempre. El tratamiento quirúrgico de rescate semanas mas tarde tiene peores resultados y una recuperación mas lenta, de ahí la importancia de confirmar que se trata «únicamente» de una rotura muscular.  En ambos lesiones podremos ver un hematoma que  puede tardar días en aparecer. y en las rotura muy grandes se palpa un hachazo en el músculo que con el paso de las semanas se convertirá en una cicatriz fibrosa muscular. A diferencia de en la lesión tendinosa, en la rotura muscular es muy típica la contracción del músculo, aumentando su tono alrededor de la rotura de fibras para protegerla.

¿Qué causa la rotura fibrilar?

Son varios los mecanismos que llevan a esta rotura, pero siempre va a ser una solicitación mecánica superior a la resistencia del tejido, ya sea en forma de arrancada al esprintar o en forma de demanda mecánica cíclica en la carrera de fondo.  Desde el punto de vista de histología o estudio de los tejidos estos mecanismos tienen su explicación. Solemos pensar muchas veces que a mas músculo, mas resistencia, y en líneas generales puede ser así, sin embargo existen distintos tipos de fibras musculares. A modo de resumen podemos decir que hay fibras musculares rápidas (explosivas, que dan velocidad y potencia) y fibras lentas, que dan resistencia y permiten una gran cantidad de ciclos con bajo gasto.

Si bien la presencia de unas u otras tiene un gran componente genético ambas pueden intercambiarse y convertirse mutuamente. Las rápidas se crearan fruto de un entrenamiento de fuerza de ciclos cortos: musculación, sprint, carrera con desnivel.. Por el contrario las lentas serán fruto de entrenamientos mas largos a intensidad media como la carrera de fondo o la bicicleta. Un entrenamiento inadecuado es el primer factor de riesgo que tendremos que modificar para evitar sufrir una primera rotura o para prevenir una recaida. En los casos de roturas repetitivas además de estudiar el entrenamiento os pediremos analíticas para examinar el estado nutricional, evaluaremos juntos las superficie de entrenamiento y por supuesto antiguas lesiones mal tratadas.

¿Se puede curar una Lesión Muscular?

El músculo tiene capacidad de auto-reparación, pero no se sustituye se por nuevas células musculares sino por unas cicatrices de tejido conectivo mezcladas con nuevas células musculares. Para proteger la creación de esa cicatriz, las células alrededor de la lesión se contraerán para evitar que las fuerzas de estiramiento actúen sobre la lesión, y posteriormente se hipertrofian para suplir la función pérdida por la rotura. Aproximadamente en el plazo de 6-8 semanas el tejido adquiere una resistencia comparable a la que tenía antes de la lesión, mucho después de desaparecer los síntomas.

¿Necesitamos pruebas de imagen para diagnosticar una Rotura Muscular?

La respuesta es no. Se utilizan habitualmente para medir e intentar “clasificar la lesión”, sin embargo no aporta mucha información que la lesión tenga 1cm o 3 cm pues el tratamiento va a ser el mismo. Sí que pedimos estas pruebas (ECO y Resonancia) con el objetivo de descartar que la rotura tenga lugar a nivel del tendón, o en aquellos deportistas sobre los que debemos precisar el tiempo de incoporación y por tanto poder monitorizar la evolución. En cualquier casos son la exploración y los síntomas que cuenta el paciente los que guían al médico en la recuperación de la lesión.